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Educar para comunicar

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Hoy se da en el mundo una significativa paradoja: el gran progreso tecnológico de los medios de comunicación y la escasa, muchas veces conflictiva, comunicación entre los seres humanos.

No son pocos los que han empeorado su propia comunicación y se encuentran como entrampados sin saber qué hacer. En los ámbitos familiares la relaciones entre los seres queridos ha ido perdiendo terreno. Algunos matrimonios se han roto por peleas o descuidos en el trato entre marido y mujer, algunas veces por excesos en los horarios de trabajo y otras veces por desavenencias que no supieron superar. En la relación padres-hijos la comunicación se hace cada día más difícil. Parece que la brecha generacional es como una muralla que impide la relación entre jóvenes y mayores. También la amistad para algunos se ha convertido en una suerte de complicidad para obtener beneficios y prebendas.

En los ámbitos educativos observamos que el Perú ocupa los últimos lugares, cuando nos comparan, en los temas educativos, con los otros países de nuestro hemisferio. Tenemos los grandes contrastes: escuelas con una infraestructura paupérrima y un profesorado ineficiente, y los grandes colegios particulares con medios de calidad para conseguir en sus alumnos una eficiente preparación académica. Las escuelitas pobres reclaman un mayor presupuesto y un mejor profesorado, los grandes colegios quieren ser cabeza de proyectos exitosos que sean rentables. Buscan tener a los mejores y ganar espacios; se jactan continuamente de sus triunfos y se colocan en la lista de los más emblemáticos. En muchos de ellos la competencia ya no es para ser mejores sino para estar en el mercado.

Lamentablemente hoy se llama mejor al más exitoso y no al más bueno. Es necesario que los sistemas educativos vigentes revisen sus metas y vean bien si las motivaciones que están ofreciendo corresponden realmente a la auténtica formación de sus alumnos y a las necesidades de la sociedad.

En cuanto a los medios de comunicación observamos que muchas personas gastan horas frente al televisor, la computadora o el teléfono celular que cada día tiene más funciones. El despliegue de la tecnología es impresionante. El problema está en los contenidos. Qué se transmite y qué se busca habitualmente. Los profesionales de los medios podrían presentar un gran servicio a la sociedad si apuntan a lo que constituye el verdadero fin de la persona. De ese modo estarían contribuyendo, con la ayuda de la tecnología moderna, al real progreso de la sociedad con la transmisión y comunicación de lo que mejora realmente al hombre. Por su parte la educación debe formar comunicadores honestos y llenos de sentido cívico. Es hora de formar para comunicar, con los grandes valores que hacen bueno al ser humano.

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