Leer «La Presencia de Dios en la Lucha Contra la Corrupción»
El presente ensayo surge de una inquietud que se convierte en preocupación al comprobar que las soluciones educativas fundamentadas en una auténtica antropología del ser humano, no llegan a ponerse en práctica, permitiendo que muchos ambientes sociales, continúen deteriorándose
con el flagelo de la corrupción.
Los comentarios que aparecen en este libro están dirigidos a lograr una larga y sincera conversación con quienes deseen contribuir en la lucha contra la corrupción, tema que ahora se ha convertido en el principal objetivo de nuestro país y de muchos otros países del mundo.
Lo escrito en este trabajo procede de una larga experiencia educativa que se inicia en mis primeros años de estudiante universitario, cuando tenía mis prácticas de trabajo en el Poder Judicial, allá por los años 1968; estaba de presidente de la Corte Suprema el Dr. Domingo García Rada. Siempre recuerdo con agradecimiento esos años juveniles entre Magistrados y Doctores que me enseñaron, también con el ejemplo, las virtudes morales que un Magistrado debe tener.
Con este trabajo he querido hacer un reconocimiento y agradecimiento a mi padre, el Dr. Manuel Tamayo Vargas al cumplirse este año el centenario de su nacimiento. Mi padre fue Juez de Menores en Lima, Vocal Fundador de la Corte Superior del Callao y Vocal de la Corte Suprema de la República. De él siempre aprendí la honradez, la sobriedad y el espíritu de trabajo intenso al servicio del país y un amor muy grande a la familia y a los hijos.
Por razones que trae la vida, y que son providenciales, me fui a Roma en 1969, para estudiar Teología y Ciencias de la Educación. Unos años después, en 1974, me ordené sacerdote. El segundo de mis hermanos, que también era estudiante de Derecho, tomó la posta e ingresó a trabajar en el Poder Judicial. Ahora es Fiscal Superior. El último de mis hermanos que se graduó de abogado se asimiló a la Fuerza Aérea. Pienso que mi padre nos dejó a todos una línea de conducta ejemplar.
En esta presentación quisiera expresar mi agradecimiento a Dios que tuvo la benevolencia de darme unos padres ejemplares que marcaron mi vida y a quienes les debo mi vocación sacerdotal.
Para este trabajo concreto agradezco a mi hermano Augusto que siempre me apoyó en mis publicaciones y últimamente me pidió que dictara dos conferencias en Tacna sobre la importancia de la educación para evitar la delincuencia y la violencia familiar. Temas que hoy están en el candelero. Agradezco a todos mis hermanos y familiares por el afecto y apoyo que siempre me han demostrado con encomiable generosidad. Quiero hacer mención especial a mi hermana Teresa que nos dejó el año 2008, estoy seguro que desde el Cielo intercede por todos nosotros.
En Roma tuve la oportunidad de vivir cerca de un santo: Josemaría Escrivá de Balaguer. De él aprendí que Dios debía estar presente en todos los acontecimientos de la historia y en todos los rincones de la sociedad. De allí el título de este libro: «La presencia de Dios en la lucha contra la corrupción» Ví en el Fundador del Opus Dei un amor grande a la verdad y una vida coherente y sencilla al servicio de los demás, con una lealtad y fidelidad a Dios y a la Iglesia. Para este trabajo ha sido él una gran fuente de inspiración.
Debo agradecer también al actual Presidente de la Corte Suprema de la República, el Dr. Javier Villa Stein. Fuimos compañeros de colegio en la infancia y el año pasado me invitó para formar parte del Consejo Consultivo y de la Comisión de ética del Poder Judicial. Estos encargos me traen gratos recuerdos de los años que trabajé en el Palacio de Justicia de Lima y una experiencia nueva, que es una de las motivaciones de este trabajo: el tema de la corrupción, que es el que estamos viendo y combatiendo.
Hago extensivo mi agradecimiento al Dr. Juan Velit Granda, por el maravilloso prólogo de este libro que ha escrito con mucho cariño y dedicación. A él lo conocí en la Comisión de ética del Poder Judicial y siempre hemos compartido criterios para buscar soluciones contra la crisis de la corrupción. Valoro mucho su sentido ético, sustentado en la historia y en la filosofía, que le permite tener una percepción realista de los acontecimientos presentes y una gran comprensión con las personas. La calidad de su trato humano es el signo de su cultura.
No quisiera dejar de agradecer especialmente a Rugo y Lucía Esquivel que han permitido, con sus manifestaciones de generosidad, el tiraje de esta primera edición, como lo hicieron en otras oportunidades, al Sr. Carlos Espá porque siempre estuvo cercano a mis publicaciones animándome a luchar a través de mis escritos, a los Sres. Enrique Seminario y Luís Cam por acoger este libro en la colección de Jnfobrax, a Julio Calixtro, con quien trabajo desde hace años en el mundo de las publicaciones, a la Universidad de Piura y al Colegio Alpamayo por los alientos recibidos en esta última etapa de la publicación y presentación y a tantos amigos, que desde hace años colaboran de un modo incondicional alentando las iniciativas a favor de la educación, a través de los libros o del blog electrónico.