Según el diccionario, Aldabón es una pieza de metal, especialmente de hierro o de bronce, que se sujeta en la parte exterior de la puerta por una base articulada y con la que se golpea para llamar.
Estos poemas que entrego son golpes a distintas puertas de personas que te encuentras en el camino de tu vida.
Si los lees despacio, sin encontrar mucha estética literaria, sentirás un pequeño golpecito en el corazón, que es una petición llena de afecto, para que lo abras, tal vez un poco más y te sumes a las batallas que buscan conquistar el amor verdadero que eleva y engrandece a las personas.
En “Los cantos de sí a Dios” que publiqué en 1992, decía que mis poesías no son fruto de inspiraciones literarias, sino ráfagas de luz desordenada que aparecen cuando tengo inquietud de transmitir algo que vale la pena conocer. Con esa inquietud, que es habitual, saco fotos instantáneas que cogen muchos elementos interesantes para comentar y poder distinguir lo real de lo aparente o artificial.
En mis poesías siempre está presente la Providencia, con los valores trascendentes que nunca podemos abandonar, si queremos que todo tenga sentido.
El impulso es una energía honda recibida que sale a la realidad iluminada. Son poemas para rezar y percibir la voz divina que señala el camino correcto por el que se debe andar.
Son también cantos de acción de gracias por los millones de regalos inmerecidos que me llegan siempre del Cielo.
Los 37 poemas, compuestos, la mayoría de ellos en el siglo XX, los he reconstruido en el año 2020, durante la pandemia mundial del coronavirus.
Cada poema tiene un número. En las últimas páginas encontrarán un comentario para cada poema, que explica cuán ha sido el fondo y la inspiración para la elaboración de los mismos.
Le pido a Dios y a la Santísima Virgen María para que el lector pueda recibir algo más que poesía.
